El software libre está generando mucho interés en muy diferentes ámbitos. En nuestro país están apareciendo organismos y entidades de promoción de software libre como churros. Se generan distros por doquier, proyectos que se liberan, eventos, etc.
En pocos años, mucha gente está hablando de software libre y generando proyectos, ideas, acciones que favorecen el uso de la enorme cantidad de software disponible. La demanda aumenta y cada vez es mayor el número de empresas que lo usan y comercializan.
Hace un tiempo, el software libre podía visualizarse como una pirámide. La base estaba compuesta por los desarrolladores que se organizaban en comunidades, algunas de las cuales hoy son mundialmente conocidas y poseen un impacto relevante. En la parte media de la pirámide se encontraban las empresas que utilizaban software libre y lo comercializaban. La parte superior era para los usuarios, pocos hace unos años.
La pirámide va poco a poco convirtiéndose en un trapecio en el que el número e impacto de las empresas va aumentando, del mismo modo que los usuarios respecto al número de desarrolladores, que también aumenta, pero menos en proporción.
Las acciones de promoción, así como la consolidación de multinacionales en el negocio del software libre, apunta a que en poco tiempo asistiremos a la conversión del trapecio en un rectángulo.
Para que el sistema siga siendo sano y, a medida que el número de usuarios crece, la presión sobre la base del sistema, los desarrolladores, sea asumible, debemos aumentar su número así como el de las empresas que contribuyan con código y tareas complementarias.
En ASOLIF se ha discutido en alguna ocasión y parece claro que tenemos que apoyar a las comunidades de desarrollo españolas en la medida de nuestras posibilidades. Ya tenemos algunas acciones definidas que serán discutidas con los representantes de algunas de ellas durante el II Encuentro ASOLIF de Empresas de Software Libre.
Asimismo, los proyectos que desarrollemos serán realizados de modo abierto, al estilo de los desarrollos de comunidad, con lo que esperamos contribuir de manera decidida al aumento de desarrolladores que alimenten la base de la pirámide.
Creo que las entidades y empresas que viven del software libre o forman parte relevante de su existencia o negocio deben preocuparse más de las personas que hacen el código, y colaborar activamente con las asociaciones y proyectos de comunidad que hay en España.
El desarrollo de políticas activas de apoyo a las comunidades de desarrollo aportaría credibilidad a muchas entidades dedicadas a la promoción del software libre o que realizan acciones diversas relacionadas con él. Esas contribuciones representan una forma clara de generar riqueza a medio plazo, fomentando la iniciativa en jóvenes que realizan un trabajo impagable.
Pero aunque el rédito fuera escaso, apoyar a las comunidades es una cuestión de justicia. Sin esas personas y sus predecesores, mucho de los que ahora vivimos del software libre estaríamos haciendo otra cosa.
Simplemente, se lo debemos.
¿Qué estamos haciendo para que el sistema pueda seguir creciendo de manera sostenible?
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